Hace un año, La delicadeza llegó a mis manos. Y ayer volví a evocarlo. Delia, una mujer de 80 años que asiste al taller de la biblioteca, escribió sobre una mujer que, tras perder a su marido, se vuelca con fiereza únicamente al trabajo de oficina, y olvida su pasado.
La historia de Nathalie, la protagonista del libro de David Foenkinos, pierde a su compañero, del cual está profundamente enamorada, y se queda sola. Cierra todas las puertas y ventanas. Decide no seguir adelante. No tiene la fuerza. Ha perdido el sentido. El retrato de David de esta mujer derrumbada toca tanto el corazón, es tan preciso, es tan amoroso, tan delicado para el alma humana, que uno no puede más que empatizar con esa simpleza tan dolorosa y triste.
Y después está Markus, ese compañero de oficina, gordito y tímido. Un don nadie, pero del cual escuchamos su voz. Sus sueños sin ambición, sus sentimientos.
Y la vida que da algunas vueltas, que nos lleva por distintas esquinas, y regala esperanza y magia, después de la absoluta desolación, siempre que, aunque que con pasos de bebé, sigamos adelante.
El libro está editado por Seix Barral, La delicadeza, de David Foenkinos. Recomiendo.