Estoy convencida de que los escritores que se extrañan son aquellos que fueron grandes personas. Los que abrieron caminos e hicieron de la literatura un vehículo para transmitir las preguntas, dudas y contradicciones que nos hacen humanos. Hay algo de esa escritura, de esos libros, donde uno recupera las ganas, el deseo de pertenecer a la especie humana. El resto son malas noticias.
En una entrevista Almudena dice que ha aprendido muchas cosas en la vida, pero más en los libros que ha leído, porque su propia vida es mucha más pequeña que todas las vidas que los libros le han consentido leer. Y qué extraordinario. Nuestra vida es la realidad en la que estamos. Yo ahora mismo estoy frente a la computadora, tecleando una tras otras las letras que me trae Almudena. Tengo el mate al lado, el agua un poco fría. Hace calor en Buenos Aires y no he dormido bien. Mi vida hoy no es extraordinaria. Puedo tener algún que otro delirio dentro, alguna que otra incomodidad que me exige un movimiento, pero hoy mi vida, en todo caso, es este mate medio frío y la biblioteca desordenada. Lo único que me saca de esta extraña dimensión es la literatura.
La literatura es vida de más. la literatura es vida para la gente que está viva.
Hace unos años me volví a encontrar con la pregunta ¿para qué sirve la literatura? ¿para qué sirve el cine? ¿para qué sirve la música? Y la respuesta no vino de mí, sino de alguien a quien respeto muchísimo y me ayudó a limpiarme de algunas de las tonterías intelectuales que tenía (y probablemente siga teniendo). Si uno lee un libro, y se fascina con él, si uno va al cine, y se fascina con él, pero esas experiencias no lo transforman a uno, ¿para qué leímos? ¿para qué visionamos? ¿para qué vamos al cine si esa experiencia no nos transforma? ¿volvemos a casa y todo sigue igual? ¿cuánta resistencia estamos dispuestos a poner para que los hechos artísticos no nos modifiquen?
Ceno el domingo con mamá. Hablamos de Almudena. Me dice que le hubiese encantado que hubiera en Argentina una escritora como ella, alguien que escribiera historias sobre los perdedores, alguien que pudiera escribir de verdad sobre la historia con tanta claridad, y pudiera cerrar heridas con sus personajes. Alguien que recuperara la memoria. Que tuviera la fuerza y la generosidad para hablar de un pueblo, de un honor, de unos ideales. Alguien que con sus palabras tiñera de humanidad lo ocurrido y lo que ocurre. Alguien que tuviera un impacto.
En fin. Ole, Almudena.
Gracias por abrir los caminos
Gracias por destapar oídos.
Gracias por dejar destapar las venas de la memoria.